Page 78 - Revista Literaria 2022 | Tomo 3
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era porque había mucha gente, quizá esta persona no hablaba bien, o quizá


                     era porque no escuchaba de un oído, sí, eso era, no escuchaba de un lado, sin


                     embargo, no fue necesario oír para saber que como esas dos personas me


                     miraban sería el recuerdo más preciado que pude obtener.




                     Al cabo de un rato, ya me estaba aburriendo de no poder preguntar todo lo que


                     siempre quise saber. ¿Por qué se mojan si hace frío?, ¿Por qué te movías tanto?,


                     ¿Qué era ese ruido? Pero, al momento de abrir mis ojos nuevamente, estaba sola


                     ¿dónde estoy? ¿Por qué me dejaron sola? ¿Quién vendría a responder? En ese



                     momento apareció la misma cara que vi al abrir mis ojos por primera vez, sus


                     ojos grandes llenos de alegría, abriéndose e irradiando felicidad aún más cuando


                     me atreví a hablarle, en realidad solo hice un sonido, pero para mí fue una de las



                     tantas preguntas que quería que me respondieran.



                     Después de que mucha gente extraña viniera a verme a cada rato, las mismas dos


                     personas que vi primero me tomaron en sus brazos y me llevaron a algún lado,



                     no estoy segura a donde pero me llevaron a otro lugar, uno diferente, allí había


                     aún más gente que no conocía pero, que por sus miradas hacia mí, parecía que


                     les agradaba. El primero en acercarse fue alguien que me dijo “Pacita”, lo pude


                     escuchar muy bien, con ambos oídos escuché el sonido de su voz con un tono tan


                     dulce y gentil que parecía que no quería asustarme, al tomarme en sus brazos



                     supe lo que se sentía estar a salvo, volví a sentir como si estuviera dentro de ese


                     lugar de nuevo, como si nada pudiera herirme. Junto con él se acercaron todos los


                     demás, y desde ese día supe por sus miradas que estarían dispuestos a respirar



                     por mí las veces que fueran necesarias para poder aprender a vivir.


















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